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Israel nació a sangre y fuego:

miércoles, 11 de febrero de 2009 | Posted in



Palestina, tierra ocupada



Muchos políticos, periodistas e historiadores suelen presentar el conflicto entre el Estado de Israel y Palestina como de una enorme complejidad y controversia. En realidad no es así. Para conocer la clave de la historia basta con una pregunta muy sencilla: ¿por qué millones de palestinos viven en campos de refugiados? La respuesta permite entender la esencia de este conflicto y también tomar partido contra el opresor, por el oprimido.


El Estado de Israel se gestó y nació, en mayo de 1948, sobre la base de despojar y expulsar violentamente de sus tierras a la población palestina nativa, de origen árabe. Son los descendientes de aquellos desplazados los que se apiñan en los actuales campos de refugiados. Es decir: si hoy existen esos campos en Gaza, Cisjordania y varios países árabes alrededor de Israel, en condiciones inhumanas, es porque más de 750.000 palestinos debieron dejar en ese entonces sus hogares y sus aldeas para escapar de las masacres del sionismo.


Es completamente falso que aquella Palestina histórica fuera “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, los judíos, tal como mentía el movimiento sionista con la complicidad de Gran Bretaña y otras potencias. En ese territorio vivía desde hacía siglos un pueblo, cuya mayoría palestina y árabe fue echada con métodos de guerra civil para imponer una población ajena, judía, traída desde el extranjero. Por esa razón hubo y hay millones de refugiados palestinos.


El historiador judío Benny Morris reconoció que todo ese operativo sionista fue lisa y llanamente “una limpieza étnica”. Y en su libro Cicatrices de guerra, heridas de paz, el ex canciller israelí Shlomo Ben Ami agregó: “Esa limpieza fue premeditada, intencional, metódica y basada en la filosofía sionista de la transferencia” (eufemismo por expulsión). La Sociedad de las Naciones (luego ONU), los Estados Unidos, la Unión Soviética bajo Stalin y luego los gobiernos burgueses de los países árabes dieron todos reconocimiento formal al Estado de Israel.




Un Estado racista y terrorista




Israel es un Estado religioso, basado en el judaísmo. Por eso los sábados no hay transporte público y si uno pasa en taxi o auto por un barrio religioso lo insultan; el matrimonio civil sólo tiene validez parcial. Aparte de a los árabes, se discrimina a los judíos negros (falashas). Sus fuerzas armadas y servicios secretos secuestran y asesinan fuera de Israel, donde sea. Como si eso fuera poco, es el único país del mundo cuya Corte Suprema autoriza el uso de la tortura a prisioneros. La causa de base que explica todo esto es que Israel nació aplicando el racismo y el terrorismo de Estado, al mejor estilo nazi, con el objetivo de expulsar a los palestinos y robarles sus tierras.


Las sucesivas guerras israelíes de 1956, 1967, 1968-70, 1973, 1982, luego contra las dos Intifadas, la invasión al Líbano en 2006 y ahora a Gaza fueron todas por decisión propia, no por necesidad ante un ataque armado. Así lo reconoció Zeev Maoz, el ex Director del Instituto de Estudios Estratégicos de Israel de la Universidad de Tel Aviv, en su libro Defendiendo la Tierra Prometida. Israel, además, ha incumplido todas las resoluciones de la ONU por más tibias que fueran. Y por su propia condición de enclave colonial, siempre votó en contra de la Argentina en su reclamo de soberanía por las Islas Malvinas.


Esa es la verdadera naturaleza del Estado de Israel, opresor desde su origen. Que hayan pasado más de 60 años no aliviana este hecho, sino que lo agrava todavía más. Su esencia de racismo y terrorismo de Estado los mantiene desde 1948 hasta hoy. Como contraparte, la resistencia del pueblo palestino, un heroico ejemplo para las masas árabes y del mundo, jamás cesó.


La Palestina actual se encuentra dividida en la Franja de Gaza y Cisjordania, donde además, hay instaladas colonias sionistas armadas. Las fronteras y toda la actividad están bajo el control militar israelí, con sus bloqueos y arbitrariedades. La economía depende en su mayor parte de Israel o de la ayuda humanitaria extranjera. De este modo, y encima rodeada en parte por el muro israelí, Palestina es una caricatura de Estado. Por eso es irreal la pretendida posibilidad de una convivencia en paz con Israel. Y por eso, como salida de fondo, sostenemos la necesidad de la destrucción de ese Estado y su reemplazo por una única Palestina laica, democrática y no racista.

Pablo Vasco

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